viernes, 29 de octubre de 2010

El estilo de los políticos: Ramón Jáuregui

Por Pilar Portero
¿Pueden los políticos generar confianza? Buff, lo deseable para todos sería que lograsen recuperar la química con la sociedad. Se supone que esa es la tarea principal del nuevo Gobierno. Aquí escaneamos a los sufridos servidores de la cosa pública sin riesgo para su salud. En tal caso, para la nuestra. Hoy el ministro de Presidencia. Un político como te gustaría que fuesen otros.
Alegría pura y dura. Un sentimiento para el que carezco de exclusividad. Porque si algo he compartido esta semana en el Congreso con otros colegas y políticos ha sido la satisfacción de ver al veterano socialista ocupar el sillón azul de ministro. Habría jurado que Zapatero jamás contaría con el siempre amable Jáuregui que se cabreó cuando le deportaron a Bruselas el pasado mes de junio como secretario general de los socialistas europeos. "Vaya, pues ya quisiera para mi ese castigo" criticaban quienes no entendieron entonces que hasta un currante resignado a no salir de la sombra tiene derecho a pataleta. Por lo tanto, la sorpresa no sólo beneficia a Jáuregui sino también al presidente. No se si a estas alturas podrá rentabilizar la jugada, si alguien calibrará lo que supone la rectificación, pero algunos hemos percibido el detalle.

Jáuregui tiene una tarea en la que es especialista: negociar con mano izquierda con los otros ministros, con el aparato, con la oposición, con los periodistas... y dejar para Rubalcaba los grandes momentos mediáticos. El chico para todo en versión Gobierno. Sin perder los nervios, ni la sonrisa, ni el talante. Currículum que certifique que tiene grandes posibilidades de cumplir su trabajo con éxito, le sobra. Ahora dispone de más recursos pero la situación es peliaguda. Como la edad de jubilación está a punto de alargarse, Jáuregui, que acaba de cumplir 62, estaría encantado de seguir echando horas y pasión a la función pública si el PSOE permaneciera en la Moncloa. Igual tiene que desalojar en año y medio si los sondeos aciertan aunque él hará lo indecible para que se equivoquen.

La jeringuilla bolígrafo de tu2is entre los dedos
Con sus chaquetas holgadas más al estilo de los 90 que de las estrecheces impuestas en los últimos tiempos y sus pantalones amplios, evidencia también donde están sus afectos, compatibles con la fidelidad a su actual jefe. Y eso que es difícil encajarle en una facción muy definida dentro del partido. Está radiante y no lo oculta, más por los recibimientos y la efusividad en las felicitaciones que por la cartera. Y encima, posa con el boli jeringuilla de tu2is.es en la mano. Cómo no va a gustarme.

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