Por Pilar Portero
Nuestros políticos son gente corriente como tu y como yo, a los que la tele, las estrategias electorales, los escándalos y de vez en cuanto, sus aciertos, les confieren un halo de superioridad. Aquí les mostramos tan al natural que igual hasta te identificas con alguno de ellos. Esta semana, la energética portavoz del PP en el Congreso.
El desembarco de Soraya en el Congreso produjo la misma efervescencia que una aspirina en un insulso vaso de agua. Chispeante, despierta al personal desde su escaño, a la izquierda del jefe, cada vez que interviene y a la vez logra quitarte el dolor de cabeza provocado por el encadenado de chorradas que a menudo sueltan sus señorías. Retadora y con la adrenalina a toda pastilla, se crece con las dos vicepresidentas. El mutuo tira y afloja que mantiene con Mª Teresa Fernández de la Vega, al que recientemente se ha incorporado Elena Salgado, beneficia a las tres. A mi me divierte el juego implícito que han establecido. Punzantes, directas y muy cómodas, se toman las medidas cada miércoles en la soporífera sesión de control. Rajoy y Zapatero a su lado, carecen de interés.
Y eso que nada más lejos de la intención de Soraya que hacer sombra al jefe. Tengo claro que es la única en el PP que jamás le traicionaría. Le admira. Pero además Rajoy le genera una ternura que jamás ha ocultado. En los momentos más duros, cuando los ataques programados atestaban bofetada tras bofetada al líder, ella siempre le acompañaba. Los ojos acuosos y superabiertos, como de dibujo animado japonés, anhelando que no le afectara demasiado la anticampaña interna.
Lo mejor es que esta política, a la que sus detractores acusan de "no es una política en el sentido más amplio, le falta maldad", no responde a ningún cliché. Los prejuicios no le atormentan. Joven, espontánea, transparente. "Me encanta el vino de mi tierra", dice sin complejos. "Estos zapatos me los he comprado en Zara", apunta mientras le comentas lo chulos que son sus taconazos. Ella también se fija en los demás y si le gusta tu elección, te lo dice. Hablar de asuntos triviales o bromear no le resta credibilidad. Los diputados de otras formaciones que han trabajado con ella no pueden negar el interés y las horas que echa. A todos les cae bien.
Adoctrinar está fuera de sus pretensiones. Trata de influir, claro, sin venderte demasiadas burras. Escucha y procesa la información antes de razonar su postura. Tiene claro cuales son sus dominios y ha dado con un estilo propio que muestra su evolución y la confianza que ha ido ganando. Los pantalones pitillo, las camisetas de algodón finísimo superpuestas o drapeadas, según las tendencias cambiantes, forman parte de su día a día. Aunque los vestidos camiseros, siempre por encima de la rodilla, le sientan de muerte. Soraya es mucho más delgada en persona y tiene gracia, posee el atractivo de las mujeres peleonas y coquetas. Además sabe cuando hay que llorar desconsoladamente. La muerte de Delibes merecía no andarse con gilipolleces. Sus hipidos ante el micrófono destapan una autenticidad imposible de fingir.
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viernes, 30 de abril de 2010
El estilo de los políticos: Soraya Saenz de Santamaría
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Errata: "no pueden negar el interés y las horas que hecha". Hacer vs echar.
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