Por Pilar Portero
"Nos vemos y te lo paso. Igual alguien se molesta pero quiero que lo veáis", me dice Publio López Mondejar a media voz mientras yo tiemblo imaginándome el tesoro. Por fin están listas las fotografías y la historia de Santos Yubero (1902-1992), uno de esos fotógrafos empeñados en que nadie olvide. Estamos en el Café Comercial, a media mañana, cuando Publio nos pone el material en las manos. Escucho el alboroto, las risas, los pasos marciales. Huelo la inocencia y también la maldad. Y el miedo se yuxtapone a la pena. Esas personas que están ahí, atrapadas en un conflicto que no era suyo, tratando de transformar la excepcionalidad en algo cotidiano, no hace falta que me hablen por boca de ningún historiador. Odio el rigor mortis de tantos libros de historia. Me quedo pegada. Y esto es lo que veo. (Pincha en cada imagen para apreciar todos los detalles)Desescombrando la Cibeles
Bombas, sangre y devastación. No es un juego de niños recuperar la normalidad tras la Guerra Civil. Pero los chavales que interrumpen su cometido para posar con el brazo en alto, no han necesitado playstation para liberar adrenalina. Sin embargo, parece el plano final de un anuncio de videojuegos. Han demostrado tener más vidas que un gato y exhiben la victoria como si fuese suya. Es 1939 y todavía no saben que todos perdieron. Los relatos de los supervivientes lo confirman. El desfile que no pudo ser
Una tropa tan de aficionados como la que se enfrentaba al ejército profesional de Franco. Empujados por las circunstancias, arrastrados por la juventud, obligados por los ideales de un mundo mejor, miles de personas sacrificaron su vida. La inconsciencia de estos niños que desfilan por el madrileño barrio de Lavapies con el puño en alto y la ilusión de ser vencedores se topa con el objetivo del fotógrafo en el verano del 36. Las pequeñas enfermeras dispuestas a curar las heridas de guerra y la serena felicidad del público asistente evidencian que en medio del dolor se receta alegría, aunque dure menos de cinco minutos. Dejen paso al elegido en las urnas
Periodistas con las libretas en la mano y el cigarrillo entre las comisuras ansían saber qué ha pasado. Azaña se abre paso entre reporteros, guardaespaldas y gente de su propio partido. Sale de casa de Alcalá Zamora -el primer presidente de la II República- en febrero del 36 tras comunicarle que el Frente Popular ha ganado las elecciones y por lo tanto tendrá que formar gobierno. Sólo unos meses después, en abril, sustituiría al propio Alcalá Zamora como presidente de la República. Cada uno de los personajes de la foto tiene un objetivo distinto pero la tensión les une. Lo habrás leído muchas veces pero nunca habías podido palparlo como en esta instantánea.Franco y Carmen Polo, a Dios orando y con el mazo dando
El Generalísimo se prepara para besar el crucifijo mientras su mujer, ojerosa y seca -aunque todavía no ha cumplido los 60 años- espera su turno. Fray Justo Pérez de Urbel, abad mitrado de la Basílica del Valle de los Caídos, evidencia, el día que se inauguró, la unión entre la Iglesia y la Dictadura. Es el año 1959, justo un año y pico antes la guardia civil había abatido a tiros a Bedoya, el último maquis cuya vida reconstruyó mi colega Ana R. Cañil en 'La mujer del maquis'. Mientras, con el Plan de Estabilización la dictadura pretendía modernizar una economía tan famélica y asustada como los españoles, la vendeta continuaba. Gracias al fotoperiodismo de profesionales como Santos Yubero queda constancia de todas las caras del régimen.Despidiendo a la División Azul
Franco no se alió oficialmente con Hitler pero dio una segunda oportunidad a los críos que se libraron de morir durante la guerra civil para jugarse la vida de nuevo. Los valientes que quisieron se unieron a la División Azul para luchar junto al ejercito alemán y contra los rusos. En la estación del Norte de Madrid, el 15 de julio de 1941, las familias despiden no sólo a los militares de carrera sino a los menores de edad que enardecidos por los ideales falangistas va a partirse el pecho. Es curioso como las manos en alto de las familias parecen desear enganchar a los soldados para impedir su marcha. Al llegar a Alemania se negaron a sustituir sus famosas camisas azules por el uniforme de la Wehrmacht y de ahí lo de División Azul.
Majestuosa toma de posesión de Azaña como presidente de la República
La carrera de San Jerónimo está engalanada. Es 11 de mayo del 36 y el político deja por un momento de escribir sus voluminosas memorias -que tanto juego siguen dando a la intelectualidad- para jurar como presidente de la República tras la destitución de Alcalá Zamora y entre rumores de golpe de Estado. La sublevación militar se produjo dos meses después con el asalto al cuartel de la Montaña, el 19 de julio del 36. Uno de los capítulos que con tanta ironía y preclaridad relata el maestro de periodistas Chaves Nogales en 'A Sangre y Fuego'.El fotógrafo minutero que dispara y revela en un santiamén
La escena transmite buen rollo. A pesar de los escombros y de la suciedad del guardapolvos del fotógrafo ambulante, algo positivo flota en el ambiente. El variopinto grupo de retratados es casi un chiste. Guasón el de la mano apoyada en la cadera; más teatral que los carteles del fondo, el que está sentado en el centro; orgulloso de su estatus el bajito que se estira para resultar más alto, y tan despreocupados como si estuvieran pescando en el río, los dos del suelo. Los programas de espectáculos superpuestos contribuyen a olvidar que estamos en un breve descanso de una guerra, en 1937.Santos Yubero fotografiando a la madre de Fernándo Fernán Gómez
Las manos fuertemente apretadas sobre el regazo, la mirada triste y lejana. Ella no tiene ganas de fotos y a pesar de que se dedica a la interpretación, pasa de disimular. En este posado, el protagonista es el retratista. Las actrices Concha Constanzo, de pie, y Carola Fernán Gómez, sentada, son la excusa para que se luzca el ya maestro en 1934. El aprendiz de grandes como Campúa, Alfonso o Baldomero y Rodero, abandonó el sueño de ser actor para convertirse en fotógrafo. Entonces, el nuevo periodismo pasaba por lograr cobrar cada mes -más o menos lo mismo a lo que hemos vuelto un siglo después-. El hito fue cuando en 1914 Alfonso cerró un contrato con Prensa Gráfica en el que se estipulaba una relación laboral seria. Santos Yubero acabó siendo un destacado profesional que contaba con un nutrido equipo de ayudantes. Políticos, artistas, deportistas, toreros -¡como no!, si eran las grandes estrellas de la época como Belmonte, Joselito, Manolete- y el Madrid popular que hervía en las corralas o en las orillas del Manzanares, no escaparon a su objetivo. Los hechos más tremendos del siglo XX quedaron registrados en sus imágenes. Aunque la vida bajo la dictadura de Franco fue, sin duda, el tema más duradero.
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