Por Pilar Portero
(La belleza neutra del photoshop. Pincha sobre la foto para observarla con detalle)
Conozco a una retratista muy cotizada entre empresarios y apellidos ilustres cuyas obras dominan con orgullo los salones de sus dueños. Como artista concienzuda que es, trata de reflejar en el lienzo la personalidad de sus clientes, aunque la mayoría lo que busca es legar su mejor cara a la posteridad, claro. La última vez que estuve con ella, estaba preocupada por la erosión que el botox estaba produciendo en su trabajo. "Las madres parecen más jóvenes que sus hijas y encima, carecen de expresión. No queda ni rastro de las líneas de felicidad o de tristeza que les ha procurado la vida. Es dificilísimo captar su esencia. Yo conozco muy por encima a mis clientes. Su rostro, su mirada, sus gestos me proporcionaban datos que ya no se cómo obtener".
Al ver la publicidad de la última máscara de pestañas de Lancôme protagonizada por Julia Roberts, la entendí. Absolútamente planchada, imagino que a base de Photoshop, parece dibujada con aerógrafo. Me sorprendió que una de las actrices más gesticuleras de Hollywood, defensora de la belleza sin adulterar -son famosas sus axilas sin depilar- y que siempre me ha transmitido naturalidad, se preste al juego perverso de convertirse en Dorian Grey. Miras la foto que empapelan cientos de marquesinas y resulta neutra.
Ni rastro de picardía en su mirada. ¿Dónde está su inabarcable sonrisa? ¿Y el corte de mangas a la dictadura de la juventud irreal? ¿Son 42 años edad de claudicar? Igual es que tener una sobrina de 18 años que ha decidido ser actriz y posa exultante a su lado -Emma Roberts- le ha comido la moral, incitándole a participar en una carrera contra reloj por regresar a la edad del pavo. O será la maternidad y ese ansia por volver a estar en el mercado y sentirte deseada. Lo ignoro. Me gustaría saber los motivos. Puede que necesite dinero. Y nunca viene mal que su imagen se multiplique por medio mundo para que al personal le entren unas ganas terribles de ver su última película. Si para eso hay que plegarse a las exigencias de Lancôme, pues se sacrifica una un poquito.
Mi amiga Sara, también periodista, se topó con Roberts hace un año en un hotel de Roma. Hippy, altísima y con la cara lavada. Era Julia, la auténtica, con sus arruguitas y el óvalo destensado. Guapa.
En "Sobre la belleza", un libro del 2006 de la británica Zadie Smith -una escritora tremendamente sugerente-, se retrata la existencia mayormente fea de dos familias de profesores universitarios. Lo leí cuando lo editaron, pero la foto de Roberts me hace recordarlo ahora. No es un ensayo, sino una novela en la que el retrato sociológico predomina. Este post tampoco es ningún ensayo. Sólo una superficial reflexión sobre sentirse bien -o mal- con uno mismo.
Me gustaría seguir con el asunto pero me marcho corriendo a por el rimmel...
jueves, 15 de abril de 2010
¿Si uso el rimmel de Julia Roberts me quedo como ella?
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