lunes, 19 de abril de 2010

Por qué pienso seguir contando Blancanieves a hijos, nietos, bisnietos...

Por Pilar Portero
Casi me abro las venas con este flagrante caso de ignorancia humana. Todavía no me he repuesto del shock. Ya se que de esto hace diez días pero soy de lenta reacción. Que mejor no contemos Blancanieves, ni la Bella Durmiente, ni Cenicienta a los niños. Firmado: UGT y el Instituto de la Mujer. La réplica en "Psicoanálisis de los cuentos de hadas".

"Psicoanálisis de los cuentos de hadas" es uno de mis libros favoritos. Lo tengo siempre localizado y de vez en cuando me sumerjo en algún capítulo por el placer de empaparme de inteligencia en un mundo tan imbécil como el que vivimos. Su enorme autor, Bruno Bettelheim, nació en la cuna del psicoanálisis, Viena, en 1903 y se suicidó en 1990 cuando decidió que no tenía nada más que aportar. En su honor y en el de todos aquellos que saben que la imaginación es lo que realmente nos diferencia de los animales, permitidme contaros un cuento.

Hace muchos, muchos años, un hombre repleto de talentos, descubrió que los cuentos de hadas clásicos, además de ser auténticas obras de arte, están plagados de significados subyacentes que ayudan a los niños a hacer frente a los problemas propios del crecimiento y a la comprensión de su entorno. "Hansel y Gretel", por ejemplo, es un perfecto manual sobre cómo abordar el temor a ser abandonados -una angustia, por cierto, que no tiene edad- y de la lucha por la independencia.

La maravillosa virtud de este tipo de historias clásicas y la razón por la que han servido de guía a multitud de generaciones desde hace siglos, radica en que procuran la oportunidad a los niños de ir encontrando sentido a sus vidas y seguridad en si mismos al verse reflejados en los personajes desvalidos de los cuentos que logran resolver sus problemas por si sólos haciendo gala de una fortaleza envidiable. Evitando, además, tener que tumbarse en el diván de un psicoanalista. Los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, Lewis Carroll, etc. son competencia evidente para miles de psicólogos y pedagogos erroneamente modernos y empeñados en que los cuentos reflejen la vida actual como si te mirases en un espejo. Puag.

El propio Bettelheim renegaba de la alterada versión de Blancanieves que parió Walt Disney. Pero no porque el príncipe fuera un hombre y Blancanieves, una dulce niña con recursos suficientes como para solventar un encadenado de contrariedades, tales como los celos, la pubertad, la iniciación sexual, etc. Lo que le molestaba es que hubiese dado a cada enanito una personalidad y un nombre distinto pues distorsionaba su significado. Los enanitos representan el periodo preedípico en el que se han quedado estancados (no tienen padres, ni pareja, ni hijos) y sirven para poner de relieve la importante evolución por la que debe pasar Blancanieves.

El miedo a los cambios de la preadolescencia, los celos de la madrastra ante el atractivo que trae consigo esa metamorfosis, los eternos conflictos edípicos -el padre dividido entre su mujer y su hija-... "Pocos cuentos distinguen tan claramente entre las fases del desarrollo infantil", apunta el psicoanalista vienés. El príncipe no encarna al salvador, sino que tal y como analiza Bettelheim, su aparición simboliza que tras la batalla interna que ha librado Blancanieves, tanto física como intelectualmente, ya está preparada para establecer relaciones sentimentales propias de la edad adulta.

Esta es la visión de la jugada de los listos del siglo XXI que figura en el material pedagógico: "Los cuentos infantiles están llenos de estereotipos sobre las mujeres y los hombres. Casi todas las historias colocan a las mujeres y las niñas en una situación pasiva, en la que el protagonista, generalmente masculino, tiene que realizar diversas actividades para salvarla. Es el caso de la Bella Durmiente, la Cenicienta, Blancanieves...".

Discrepo, gracias a Bettelheim y a mi propio sentido común, de la lectura plana que algunos expertos actuales se empeñan en realizar y hacernos deglutir sobre los estereotipos de género que transmite este magistral relato, entre otros. Y siento que quienes han elaborado la guía editada por el Instituto de la Mujer y UGT en la que se recomienda no contar a nuestros hijos cuentos como Blancanieves, La Cenicienta o La Bella Durmiente, se lo hayan logrado colar a Bibiana Aido. Una mujer con más coco del que los medios le atribuyen. Me sorprende que ella, que sabe lo nocivo que es juzgar sin conocer todos los datos, haya aprobado tal bobada. No te pierdas esta simplista justificación de Luz Martinez Ten, secretaria de Políticas Sociales de FETE- UGT, una de las responsables: "No queremos a Blancanieves fuera de la escuela sino que el príncipe comparta las tareas de palacio".

Yo por mi parte pienso seguir narrando con la crudeza original y las extremas y antagónicas personalidades de sus protagonistas, estos y otros cuentos de hadas a todos mis descendientes. ¿Por qué crees que los malos resultan tan seductores y a los niños les encanta escuchar una y otra vez la misma historia? ¿No será mejor educar en la frustración, desenmascarar a los hijos de puta con los que se las tendrán que ver y que sepan que a pesar de tantos malos rollos, la felicidad también existe?

Nota: La Blancanieves mordiendo la manzana de Apple -manzana=sexo- es de Antonio de Felipe.

5 comentarios:

  1. ¡Hola Pilar! Me ha encantado el tema. Acabo de leer un artículo de Ignacio Echevarria y, en cierta medida, también habla de la libre interpretación de la cultura que están haciendo los socialistas para incorporarla a sus postulados, aunque para ello tengan que hacer uso del calzador: http://www.elcultural.es/version_papel/OPINION/27030/Nanas_del_centenario

    ResponderEliminar
  2. Creo que cuando hablan de estos clásicos de la Literatura, casi todos se refieren a las emponzoñadas versiones de Disney, que, tristemente, es lo único que conoce la mayoría del público.

    Además, lo de recomendar evitar ciertas lecturas me parece que ya lo han hecho otros en la Historia, ¿no? Sí, esto me suena de algo...

    ResponderEliminar
  3. El que las versiones de los cuentos que nos han llegado hayan sido las de Disney y no las de, p.e. Perrault pues tienen mucho que ver en este asunto (p.e. quien tenga interes que lea como termina el cuento de Caperucita en sus recopilaciones).

    Y un apunte : "Bibiana Aido. Una mujer con más coco del que los medios le atribuyen." .Pues si ella misma, con muchas de sus declaraciones, sus acciones, o como tú mismo dices, aprobando esta bobada, demuestra justo lo contrario, pues oye, tendremos que hacer caso de lo que nos dicen los evidencias y no las opiniones.

    ResponderEliminar
  4. Aquí otro debate sobre el tema:

    http://onda31.blogspot.com/2010/04/programa-3.html

    ResponderEliminar
  5. Justo iba a decir eso. Que nosotros conocemos la versión superedulcorada y supercool de los cuentos gracias a Disney. Si leemos los originales, a parte de que los niños no dormirían, no tiene nada que ver.

    ResponderEliminar