Por Ana R Cañil
Carlos Ocaña, el número dos de Economía al que su jefa ha dejado con el trasero al aire, es serio, prudente, solvente y una gota malaya, pese a su apariencia de funcionario gris. Que también lo es. Ha tenido el honor de ser desmentido oficialmente por su propio ministerio en una nota dictada desde La Moncloa y que Elena Salgado se ha tragado de manos de De la Vega. Puestas así las cosas ¿por qué no se va hoy mismo Ocaña, cuando van relevos de secretarios de Estado al Consejo de Ministros? Porque no le dejan. Ha vuelto a intentar dimitir, pero el interés nacional y la presidencia española en Bruselas le han convertido en rehén de ZP, de una silla que él dejaría hoy mismo.
Sale una de la burbuja del hospital con sus ligamentos nuevos , dolorida y aterrada. ¡Dios mío, la de informaciones que me habré perdido! Seguro que me he quedado descolgada estos días, precisamente ahora, cuando soy una autónoma parada. ¡Qué desastre! Encima, en vez de la prometida rodilla a lo Sharon Stone salgo con una pata de elefante.
Basta media hora frente al ordenador para comprobar que nada o muy poco ha cambiado. Salvo las nuevas desgracias en Afganistán que ya a nadie le importan -¿qué fue de Haití?- me encuentro con la enésima metedura de pata del Gobierno Zapatero , incapaz de pactar ni consigo mismo. Esta vez, otra vez, el chivo expiatorio ha sido Carlos Ocaña, el secretario de Estado de Hacienda, el único superviviente del equipo de Solbes que queda en primera línea.
Ocaña, que para quienes no le conocen da una aparente sensación de pusilánime y tragatodo, pero que para sus amigos es un tipo perseverante, que conoce bien su trabajo -"lo más solvente que queda en Economía" ratifica un ex ministro no económico- se tiró el pasado miércoles a la piscina, sugiriendo que para reducir el déficit podría renegociarse a la baja el pacto salarial sellado con los funcionarios que el pasado otoño María Teresa Fernández de la Vega cerró con lo sindicatos. El compromiso era una subida salarial del 0,3%. Ocaña se tiró a la piscina tras tres preguntas de los periodistas sobre el mismo asunto, y porque el tema estaba encima de la mesa en su Ministerio. Elena Salgado lo sabía.
Sí, tres, los tres vicepresidente del Gobierno -Chaves, De la Vega y Salgado- salieron en tromba a rectificar al alto funcinario, además de la histórica nota de desmentido. Pero De la Vega, quemada con esto de no estar en la comisión negociadora del Pacto, se cabreó y puso sus cartas y algo más sobre la mesa: "José Luis (ZP), si Elena no desmiente ese asunto, aquí se arma" dicen que le espetó el mismo miércoles De la Vega a Zapatero, dispuesta a no pasar por una humillación más.
Y ZP, colgado de la UE, obligó a bajarse la falda a Elena Salgado. Quién a su vez, dejo con el trasero al aire a su número dos, Carlos Ocaña. Una lástima que ninguno de ellos sean Clooney o Angelina Jolie.
"Uno abre la prensa esta mañana y se lleva las manos a la cabeza. Es tremenda la sensación de debilidad institucional. Montoro sale cachondeándose de la comisión para el pacto, una vergüenza y él, un gallo fuera y un bobo dentro de las conversaciones. Y los tres vicepresidentes se dedican a machacar a uno de los suyos, mientras seguimos esperando la nada" explica un ex secretario de Estado del Gobierno ZP.
Y mientras, el honor de Ocaña, al que sus amigos intentan sosegar y reanimar. "Carlos, haz lo que quieras, pero no puedes abrir un agujero así ahora" le dicen unos. Otros, como su antiguo ex jefe, Pedro Solbes, el amante de Europa, le recomiendan que se enfríe. Pero nadie sabe cuanto tiempo más aguantará este tipo soso, buena persona, conocedor de su oficio y de las cifras, en un Gobierno desmadrado. Si sale de este fin de semana ¿aguantará hasta junio? Entre sus amistades, economistas, colegas y altos cargos, ya se han abierto las apuestas. Pero hay algo que Salgado y ZP no han valorado, dice otro de los cercanos a Ocaña. Un funcionario de bien puede estar entregado al Estado, pero su prestigio y su credibilidad son su mejor activo. El activo del número dos de Salgado lo están destruyendo sus jefes.
viernes, 26 de febrero de 2010
Ocaña, el rehén de Zapatero y la UE
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Hola Ana,
ResponderEliminarQue bien que andes ya con ligamentos nuevos enviando tus dosis de política pura y dura.
Adelante compañera. Azótales. Ramón.