La contagiosa epidemia del multimedia
Por Pilar Portero
Si trabajas en un periódico bien apareado -¿quién se pone encima internet o el papel?-, o twitteas o twitteas. Se ha convertido en la obsesión jerárquica del momento y en motivo de cachondeo entre algunos lectores y diversos profesionales de la red, que asisten atónitos a escenas tan almodovarianas como, un 1,2, 3 responda otra vez, el twitteo de los desfiles de Cibeles o de los discursos de los políticos.
Numerosos compañeros de profesión me confesaban la semana pasada el absurdo en que están enredados debido a la estrategia multiorgasmicoperiodística que han puesto en marcha en sus redacciones.
El miércoles, la tan esperada como decepcionante comparecencia de Zapatero y la oposición en el Congreso daba lugar a situaciones tan paródicas como preocupantes. Resulta que reputados cronistas políticos, que son la envidia por sus fuentes, por su conocimiento y por su criterio, se veían con el agua al cuello debido a la acumulación de exigencias. "No se cómo lo haces -me dice un colega de un importante periódico nacional-, yo no puedo ni reflexionar un segundo, ni mirar alrededor. Tengo que estar twitteando en directo lo que dice Zapatero o Rajoy. ¿Qué te te han dicho? -se refiere al típico momento pasillo en el que los políticos están al alcance-. Te dejo porque me falta escribir una pieza para la web y otra para el periódico. Esto es de locos". Vuelvo a mantener la misma conversación con dos solventes periodistas más. Idéntico estres en Cibeles al día siguiente mientras cruzo media palabra con otro amigo al que le vuelan los dedos sobre el teclado.
¿Tiene algún sentido dedicar a los mejores profesionales a contar aquello que se puede ver por la tele o fotograma a fotograma, en directo y desde la red, como es el caso de Cibeles y el Congreso, sin ir más lejos? Lo auténticamente interesante es escuchar la cara B, lo que sucede fuera de plano. La fiebre que convulsiona los medios provoca que twitter pierda su sentido periodístico cuando no aportas nada más allá de lo que cualquiera puede ver. Lo más jugoso es el comentario ágil, la clave oportuna. Ana Cañil, mi irreemplazable compañera de blog me manda un sms justo antes de entrar en el quirófano para lo de su ligamento: "me bajo el ordenata para twittear la operación. Se van a enterar de lo que es un directo". Vaya, estamos inoculadas.
martes, 23 de febrero de 2010
Cuando a los periódicos se les va la mano twitteando
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Es verdad, los medios están muy nerviosos y alocados. Yo lo noté ya con la fiebre de dar regalos adjuntos, que no cesa con la compra del de papel. ¿Es que en este puto país nadie compra, como en el mundo civilizado, un periódico por ideología? Pues no, aquí, aunque seas lector de La Razón porque el ABC ya no es lo que era, si ves que EL PAIS te regala la sudadera de Trancas y Barrancas por 20 cupones (como los que hacía mi madre del Starlux) y siete euros, que le den por ahí al OJD de tu diario preferido.
ResponderEliminarJajaj muy intersante!
ResponderEliminarLa ubicuidad, que es muy esclava
ResponderEliminarY lo que se debe tuitear es exactamente esa cara B... Suerte con la operación.
ResponderEliminarY además, como usuarios/seguidores de Twitter, tanta información sin sentido ni reflexión provoca que dejes de seguir a esos periódicos... Lo que en mi opinión es contraproducente para esas publicaciones.
ResponderEliminarExcelente post, y una gran verdad! Es cierto que Twitter es una de las redes sociales más utilizadas para este tipo de eventos, pero la verdad es que, como todo, debería usarse con más moderación.
ResponderEliminarLo importante de un buen periodista es saber leer entre las numerosas líneas de información que recibimos día tras día, no la velocidad de sus dedos...
Un afectuoso saludo :)
Se está sobreexplotando a los periodistas. Eso se veía venir por la convergencia digital (esa conjunción en Internet por la que ahora vemos diarios, televisoras, radios y agencias online). Con el twitter esto se pone más negro aún. Ahora quieren que los comunicadores seamos como pulpos, actualizando todo. Es demasiado. Ojalá lo piensen los directivos de los medios porque, finalmente, tantos contenidos no bien procesada trae más bien confusión y hasta desinformación.
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