miércoles, 23 de diciembre de 2009

El jamón del INEM


¡Qué detallazo! me han mandado un jamón. Ni que decir tengo que estas Navidades no te regalan ni uno de plástico. Cuando ni tan siquiera he recibido la famosa botella de Ribera del Duero que el PP ha elegido como obsequio y que Soraya Sáenz de Santamaría cató con su marido, y en la intimidad , a instancias de Paco Villar antes de enviarla masivamente, me encuentro en casa con una caja con su muérdago y su rollo más tradicional. Por un extremo asoma la pezuña de un cerdo y hasta el cartón se ha impregnado de esa grasilla tan rica. Se me hace la boca agua. Temblando de emoción y bendiciendo a la vez a Maravillas Rojo, secretaria general de Empleo, y a Celestino Corbacho, ministro de Trabajo, saco el pernil.

No puede ser. Pero, pero, pero... si es un hueso. Un hueso hermoso igualito al que usaba Carmen Maura en "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" para cargarse a su marido. De primeras me cabreo. Sin embargo, enseguida me acuerdo del sustanciero. Una profesión muy de post guerra que consistía en pasearse por los pueblos y los barrios más humildes con un hueso de jamón y alquilarlo en multitud de hogares durante media hora más o menos -el tiempo variaba en función del precio que se pudiera pagar- para darle sustancia al caldo. Descubro que el INEM, en realidad me ha facilitado un curso de adaptación laboral a domicilio. ¡Seré tonta! Así que voy corriendo a comprarle a Maravillas Rojo y a Celestino Corbacho un Cinco Jotas por abrirme la puerta a un nuevo trabajo. Ser periodista está definitivamente demodé.

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