lunes, 22 de noviembre de 2010

Resistiendo. El gerundio de moda

Por Pilar Portero
¿Qué tal?, preguntas y, ya sea parado, político o empresario, la respuesta es común: 'Resistiendo'. Sólo hay que revisar los titulares de hoy sobre el rescate de Irlanda para darse cuenta que la palabra crisis es una apestada que no figura en ninguno de ellos. En la calle, en los medios y en los círculos de poder se repite como un mantra 'resistiendo' y eso que no tenemos una idea clara de para qué.
Algún día sabremos para que resistimos aunque seamos ya viejos
Yo también me hallo en la misma tesitura y me identifico al 100% con el equipo de los que resisten ignorando la distancia aproximada que nos separa del horizonte. Dos largos años después del día que estalló Lehman Brothers, la palabra crisis se ha convertido en un término que huele mal, viejo y con mal fario. El síntoma más evidente es que ha desaparecido de los anuncios de publicidad. Tras explotarla durante el primer año, ahora hasta los políticos la han excluido de su vocabulario. Tampoco supera la prueba de Google. Tecleas 'crisis' en el buscador y se convierte en un reto encontrar titulares que la contengan. Ni tan siquiera hoy, el rescate de Irlanda justifica su utilización en ninguna web española de información general. Hoy por hoy 'resistiendo' es el término de moda.

Y esta tendencia a enterrar la crisis y a resistir a ciegas, sin saber hasta cuándo, ni con qué fin ¿qué significa? Me priva observar estos fenómenos desde fuera y desde dentro. Porque cuando oigo al quesero de mi barrio preguntar al dueño del restaurante más exitoso de la zona "¿Cómo van las cosas?". Y el hostelero responde "resistiendo", o cuando inicio una conversación con políticos cercanos al Gobierno y por cortesía arrancas con el recurrente ¿qué tal? y escuchas el "resistiendo" de turno, ves claro que estamos todos esperando el maná que no llega. Cada uno con sus circunstancias apremiándole de manera diferente. Pero 'resistiendo' como si fuese lo único que podemos hacer en la vida.

¿Y qué sacas del blog?, me interrogan mis amigos. Economicamente, nada, les digo. Estoy resistiendo, añado como si así pudieran comprender que trabajo sin obtener ingresos a cambio. Ahhhh, ya! replican ellos dándome a entender que eso lo explica todo. Ana Cañil, mi medianaranja bloguera, y yo lo comentamos a veces. Pero como somos positivas, después de una sesión de terapia entre ambas, continuamos animadas por un simple refrán, el de que no hay mal que cien años dure. Aunque nosotras no lo veamos.

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