lunes, 15 de noviembre de 2010

¿Por qué a los presidentes les mienten como bellacos?

Por Pilar Portero
Las provocadoras mallas de Zapatero, el escotazo de Merkel, los pantalones vaqueros de abuela de Obama, los tacones de Sarkozy, la camisa negra de mafioso de Berlusconi... Ríete, ríete ¿Te parece anecdótico que los asesores de los presidentes les sigan la corriente? Imagina cuando en lugar de aconsejar sobre ropa tienen que opinar sobre la congelación de las pensiones, el Sáhara o la deuda soberana.
Esta foto se carga el estereotipo de ingles blando y español fibroso
Seguro que has hecho bromas sobre las piernas de pollo de Zapatero y hasta has descubierto como la licra le insinuaba el 'paquete'. Yo también he ironizado, claro. Pero acto seguido me ha entrado miedo. Y es que un presidente, aunque disponga de una clarividencia paranormal, necesita cimentar sus decisiones con el grupo de supuestos expertos que le rodean. Si nadie del equipo de confianza de Zapatero fue capaz el pasado jueves en Seúl de decirle que al atuendo elegido para ir de 'running' con David Cameron le faltaban unos pantalones cortos encima de las mallas, hay que echarse a templar. Así se entiende que la crisis de deuda soberana sólo se tratase en los pasillos durante esa reunión del G-20.
Ya quisiera la selección de fútbol alemana esa delantera
'El traje nuevo del emperador' de Hans Christian Andersen y 'El punto ciego' de Daniel Goleman son dos ejemplos dispares que ilustran los mecanismos por los que la mente filtra sólo lo que le interesa y el resto lo mete en el desván con la complicidad del colectivo. El clásico cuento de hadas en el que el rey sale desnudo a la calle porque ninguno de sus validos ha sido capaz de decirle que el sastre le había timado e iba en pelotas, no puede estar más de actualidad.
Por aquí todavía se me puede estirar más
¿Por qué a Berlusconi no se atreven a sugerirle que se olvide del bisturí y de las camisas de capo negras? ¿Es que en el frío y calculador Ejecutivo alemán no hay dios que le susurre a Angela Merkel que la ley de la gravedad le impide ser conejita Playboy o que su corte de pelo paje no le favorece?
Si hasta Obama, al que hay que reconocer que los trajes le sientan de película, en cuanto le quitas el dos piezas negro y la camisa blanca, mete la pata. Michelle, hija, no me digas que es necesario que le robe a tu madre los vaqueros cada vez que tiene que vestir de sport. ¿No es posible que se compre unos jeans en los que encaje ese culito respingón? ¿Por qué se pone esos tres tallas más grande y del año de la polka? Y en este punto, aprovecharemos para excusar a las primeras damas. No se les puede pedir que sean objetivas. Las menos, estarán tan enamoradas que les verán bien hasta con el traje de fallera. Y las más, estarán tan hartas que dirán "anda y haz el ridículo una vez más".
De 100 a 0 glamour en menos de lo que tarda en ponerse unos jeans
 Pero para algo está esa corte de asesores, digo yo. 'Guardaespaldas mental' es como denomina el reputado psicólogo Daniel Goleman a quienes 'asumen la función de eliminar la información que no se ajusta a los esquemas en curso'. Su misión consiste en silenciar a los miembros del grupo que discrepan para que el consenso no se rompa. Craso error que da lugar a autoengaños colectivos de consecuencias catastróficas como el que llevó a Kennedy a dar la orden de asaltar la bahía de Cochinos en 1961, subestimando la respuesta de Cuba -ejemplo clásico de este tipo de mecanismos de ceguera grupal-. Ya se que me repito pero no entiendo que el miedo a perder la nómina se imponga cuando hablamos de altos cargos a los que se presupone un interés obligatorio por el bien público.

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