martes, 18 de enero de 2011

Walt Jobs o como Apple debería poder sobrevivir igual que hizo Disney

Por Pilar Portero
Resulta curioso que Steve Jobs sea uno de los directores de Disney desde que esta compró Pixar en 2006 y el máximo accionista individual, con un 7% de las acciones. Una coincidencia que une a dos de los nombres que más claramente son, y han sido, una marca en si mismos. Nada más saberse ayer que Jobs tenía que volver a coger la baja, la gente reaccionó en la red con plegarias disfrazadas de tuit y un hashtag, #getwellsteve con forma de terapia colectiva. Nadie quiere imaginar Apple sin Jobs. 45 años después de la muerte de Walt Disney -debido a un cáncer de pulmón, en 1966- el ejemplo de la compañía que fundó puede servir para Apple.
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La desaparición del fundador de Apple supondría un golpe incalculable para la compañía como advierten las caídas en bolsa cada vez que sus graves problemas de salud le cercan de nuevo. Jobs es un visionario, uno de esos escasos ejemplos tipo Walt Disney de fundador unido de por vida a su marca, como también lo fue Agnelli para Fiat, por nombrar a otro de los pocos que existen y cuyos herederos no están sabiendo hacer crecer el legado. El talento y el empeño no serían suficientes para explicar el éxito de estos hombres que suelen servir para hacer entender a multitud de alumnos de diversas disciplinas, como su hobby se convirtió en un trabajo al que dedicaban toda su energía creativa.

Walt, un animador a sueldo de diversos estudios, quería hacer las mejores pelis de animación y junto a su hermano fundó uno de los mayores negocios de entretenimiento del mundo. Disney jamás se conformó. Cada logro fue acompañado de la asunción de un nuevo reto. Así cuando la televisión se empezó a colar en todos los hogares, él se unió al que otros hubieran considerado un enemigo y vio que la pequeña pantalla suponía una oportunidad de negocio en lugar de una amenaza. Steve Jobs es un hombre enamorado de su compañía y de las ideas inteligentemente sencillas. Cualquiera de los productos que ha creado desde su vuelta a Apple en 1997 -tras 10 años apartado por despido de la empresa que cofundó en 1976- parecen una extensión de su cuerpo. Resultan tan naturalmente lógicos como una mano o un pie. Pero hay que poseer el talento y la capacidad de sorprender y de emocionar para que millones de personas las incorporen a su vida como algo imprescindible. Pixar, la empresa que armó durante la década que pasó fuera de Apple -desde el 2006 propiedad de Disney-, es un modelo de buen funcionamiento al margen de Jobs.



El cariño y la admiración masiva que despierta Jobs no es habitual que se establezca entre un empresario y el común de los mortales. A los grandes tiburones se les reconocen sus méritos como hombres de negocios pero no despiertan ternura, ni compasión, ni preocupación. Miles de desconocidos no les incluyen en sus oraciones cuando les falla la salud. Algunos, incluso, piensan "ni todo el dinero del mundo, te libra de la muerte". Jobs es un caso aparte. Antes de que los grandes medios de comunicación reaccionaran al anuncio que el propio Steve escribió a sus empleados -las principales webs españolas lo tuvieron colgado sin más en sus portadas desde primera hora de la tarde hasta la noche-, los mensajes inundaban twitter en diversos idiomas, incluso en caracteres árabes ( يشفيك .. ياستيف جوبز ) o rusos (хештег созданный как пожелание здоровья С.Джобсу . La imagen de honestidad y genialidad que transmite va más allá de cualquier argumentación.

1 comentario:

  1. Tanto como admiración masiva... Admiración masiva entre los maqueros, más bien. Muchos otros no comulgamos en absoluto con su forma de entender el soft, el hard o los mercados, aunque le deseamos igualmente una pronta recuperación.

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