martes, 26 de octubre de 2010

La confianza de Salgado en las calabazas de Halloween

Por Ana R. Cañil
Para la ministra Salgado y su equipo económico, los puentes son uno de los termómetros con que nos toman la temperatura al humor y la esperanza de la ciudadanía. Optimismo y confianza son claves para la recuperación de la crisis. Por eso, la gente de Salgado siguió muy de cerca los datos del Puente del Pilar -cuatro días- y se prepara para conocer nuestro predisposición a gastar en este, el puente de los Santos. Aunque al ser solo de tres días y con desplazamientos más familiares -la gente sigue visitando las tumbas de sus muertos en sus localidades- le puedan lanzar todas las calabazas de Halloween a la cara.
La vicepresidente confía en las calabazas de Halloween
El pasado martes, 19 de octubre, Elena Salgado irradiaba una gota más de confianza y seguridad. No sólo en ella -ya no le tiemblan las manos cuando sube el estrado o habla con la prensa- sino en el optimismo de los españoles. No sabemos si es que a esas horas -24 h. antes de la remodelación-, ya sabía que era la única ministro-a sobreviviente en el Gabinete de Zapatero desde que este constituyó su primer Gobierno, que se confirma en su seguridad personal -"a alguno voy a tener que enseñarle mis notas en economía"- o que es verdad que baja el pesimismo, porque nos da los mismo. O una mezcla de todo.

Pero subió al estado y se esforzó por defender unos Presupuestos Generales "realistas", unas cuentas del Estado que nadie, excepto el Gobierno, se cree. Ella, erre que erre: el gobierno no se ha equivocado en las previsiones de los dos últimos años, sino los organismos privados e internacionales. Pese a que acabó su intervención con la amenaza de que si había que tomar nuevas medidas, el equipo económico no vacilaría en hacerlo -el plan B- con tal de alcanzar el objetivo de déficit, lo cierto es que algo en la actitud de la vicepresidente nos llamó la atención. Su insistencia en que el consumo privado iba a crecer gracias a la confianza de los ciudadanos -cosa que nosotras no veíamos por ninguna parte- no era normal.

Nos tiramos a perseguirla por los pasillos del Congreso tras su intervención. "El consumo se verá beneficiado por una mejora de la confianza de los hogares" insistía -e insiste- Salgado. Pero ¿qué datos tiene para pensar que esa confianza, basada desde luego en un mejor humor o más optimismo entre los ciudadanos, están cambiando?.
-Lo sé, hay datos que lo apoyan. En España, el consumo no es estable a lo largo del ciclo, como en otras economías. Aquí reacciona más rápida e intensamente.
Insistimos. Vale, vale, vicepresidenta. Pero ¿por qué vamos a consumir, si lo vemos todo negro? ¿Cuáles son los animals spirits que usted y su equipo controlan y nosotros no? Después de todo ¿quién no quiere tener un detallito que le endulce la mañana o el mañana inmediato?
"Mirar los datos del puente" fue su escueta respuesta. 
El equipo económico sigue los puentes como un termómetro del optimismo
Vale otra vez. Miramos los datos del 12 de octubre pasado. Y sí, la ocupación hotelera en el Puente del Pilar fue mejor que la del año pasado. Pero no es Salgado la única que mira los puentes con ojos teñidos de mercurio, también un economista como José Carlos Diez, impenitente optimista,  se apuntaba al experimento del número de salidas y ocupación. Pues bien, la virgen del Pilar le vino a ver a Salgado, porque los datos avalaron su tesis.
Ahora, falta por comprobar que esa mejora sea una muestra de que la confianza se restaura entre nosotros. Este puente de Halloween, aunque de tres días y con las características citadas, puede ser otro síntoma o puede que las calabazas le estallen a la gente de Salgado entre las manos.

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