lunes, 21 de febrero de 2011

"Creo que es necesario hacer frente con decisión a esta invasión de mal humor"

Por Pilar Portero
Esta es una oda contra la literalidad que nos invade. Pongámonos deliciosamente british y añadamos al té esas dos o tres gotitas de limón que precisa para paladear la variedad de matices. La frase que hemos copiado y pegado como título de este post no es nuestra -ya quisieramos- sino de Thomas Love Peacock, un escritor inglés de hace dos siglos a quien le repatean los planteamientos al pie de la letra de las palabras. Sin ironía, sin humor, sin contexto. Y del que se reía parodiándolo.
La ONCE también podría haberse ofendido por esta viñeta de El Roto, ¿no?
Tranquilidad. No vamos a ponernos en plan filosófico ni metatranscendental. Sencillamente porque no sabemos. Lo que ocurre es que nos incomoda un tanto la imperante sensación de que los meticulosos defensores de la fidelidad interpretativa van ganando, arrollando con su constrictiva visión la sana práctica de la ironía. La semana pasada resultó esperpéntica la bronca que se lió con Javier Cercas, por tener que explicar algo tan obvio como el sarcasmo de Francisco Rico en un artículo de opinión sobre la prohibición de fumar. Que conste, que la tribuna de Cercas la suscribo de principio a fin. La irrupción resentida en el debate de Arcadi Espada -cuyo texto no linko porque no merece la pena-, que aprovechó la coyuntura para entrar a matar, terminó convirtiendo el asunto en un skech.

Tan surrealista como la coña que se montó a costa del plano criminal de Leire Pajín en los Goya en la red. "Que mala leche el cámara de Anonymus que ha sacado primer plano de la papada de Leire Pajín aplaudiendo a @alexdelaiglesia", escribí yo en twitter según veía la imagen. Me niego a que me tachen de machista, como sucedió en paralelo -y esto, por favor, que nadie lo entienda como 'para lelo'- sólo por unir de manera jocosa tres acontecimientos: las protestas de Anonymus en la entrada de la gala por la ley Sinde, la tajante voluntad del Gobierno de obedecer a EEUU y el morbo del discurso de Alex de la Iglesia. En ese instante no tuve tiempo de realizar esta reflexión. El tuit salió sólo, seguramente por mi incapacidad para expresarme de otra forma.

Más sorprendente me resultó, sin duda, la que se lió con Vigalondo y el Holocausto. ¿Era políticamente correcto? Desde luego quién encargó al director de 'Los cronocrímenes' el spot de El País, o no conocía al personaje ni había leído jamás su blog ni sus tuit, o pensaba que la remuneración por la realización del anuncio incluía adoptar la literalidad del diario, que en su día fue ejemplo de diversidad de pensamiento, como dogma de fe.

Está al caer que nos obliguen a colgar en las ideas con doble sentido o en las reflexiones sarcásticas, una advertencia como la de los anuncios de "Aviso: esto es ficción publicitaria" contra la que ya milito porque parece que los espectadores somos tan tontos que nos lo tienen que explicar todo.
Este rollo que acabamos de soltar puede estar también influenciado por la lectura reciente de dos libros. En 'Cosas que los nietos deberían saber', la genial autobiografía de Mark Oliver Everett (conocido por E), líder del grupo Eels -nacido en EEUU-, en el que comenta la literalidad de una periodista francesa que le entrevista y es incapaz de pillar su ironía natural. Me hizo mucha gracia, que un americano, a los que en Europa consideramos carentes de mordacidad, tuviera esa visión de los europeos como seres que ignoran lo que es sacar punta o leer entre líneas. El otro es 'La hija de Robert Poste' de la británica Stella Gibbons. Justo acaba de publicarse 'Flora Poste y los artistas'. Una brillante sátira en la que parodia con hilarante causticidad a la intelectualidad de principios del siglo XX que la rodea.

En fin, ni estamos sólos, ni el tomarse todo tan en serio es un problema actual. Por cierto, esto no lo hemos escrito nosotras, es obra de Cercas, Arcadi, Pajín y Vigalondo.

2 comentarios:

  1. No podría estar más de acuerdo.

    La incapacidad de la gente para pillar una ironía unida a lo politicamente correcto es una lacra absoluta.

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