lunes, 22 de marzo de 2010
¿Cómo se la pegará el Rey hoy?
Esta tarde los Reyes inauguran la exposición sobre el doctor Gregorio Marañon y el morbo está servido. Los fotógrafos tienen instrucciones precisas. Atentos a ver si el Rey se lleva la mano al oido, da otro traspiés o se queda dormido.
Por Ana R. Cañil
Todo sea por apuntalar las tesis de que Juan Carlos está gagá. Las teles -unas más que otras- han mordido una buena pieza para sus programas de carnaza color rosa. Que si el Borbón tropieza, que si se duerme o utiliza audífonos desde hace una década. Lo confirmó la Casa Real, sin preámbulos ni tonterías, en ese afán de transparencia que se practica en Zarzuela desde que ha llegado Ramón Iribarren.
¿Y qué si el Rey lleva audífonos? A partir de los 50 años, las facultades se desgastan. La vista y el oído están entre las que más sufren con la edad. Se admite la presbicia o vista cansada como lo más normal, pero la presbiacusia o perdida de audición se tolera mucho menos. Una estupidez en la era de los cascos, del Ipod, el móvil o los decibelios de nuestras ciudades, que dejarán sordos a patadas a partir de los 30 o 35 años.
Pero no dos desviemos del tema el asunto era si el Rey está gagá o no. Si estar sordo y tropezar son síntoma. O solo sucede que la Casa Real vende más que otros señores igual de influyentes que el Rey, como Emilio Botín, el presidente del Santander. Lo de los audífonos reales estalló cuando aún estaba en nuestras retinas la foto del Monarca con Botín en el circuito de Bahrein, donde vieron la Fórmula 1 que ganó Fernando Alonso.
Es en situaciones como esa, con un ruido atroz de fondo por más que se pongan tapones y cascos de lujo, cuando el Rey debe de disfrutar al bajar el volumen de su aparato. Para lo que hay que oir. ¿Se imaginan a Juan Carlos bajando el volumen de su aparato auditivo cada vez que le hablan Peñafiel o tiene que pasar una tarde de domingo familiar, con la princesa Letizia y las dos infantas?
Unos oídos más caros que otros
Del Rey sordo, todo. Del oído de Botín, nada. Y eso que el presidente del Banco Santander, de 75 años, no tiene problema en demostrar que también sufre presbiacusia durante las ruedas de prensa, cuando ni corto ni perezoso pide al periodista que repita la pregunta. O se lleva la mano al oído, sin importarle los flashes de los fotógrafos. Ocurre que meterse con Botín es caro. Pero meterse con Juan Carlos aumenta la audiencia.
Hay otros asuntos más extraños en la Zarzuela, más allá del dichoso audífono. Resulta sorprendente ver al Rey en Bahrein, tan entretenido y sin esforzarse por regresar para los funerales del escritor Miguel Delibes.
Al parecer, al Emirato le invitan las autoridades, la familia Al Khalifa, sabedora de su gusto por la Formula 1. Pero qué Juan Carlos se perdiera los funerales por el escritor al que la Casa Real más estima ha demostrado, sí que es una muestra de que algo falló en la sensibilidad de la Zarzuela. No bastaba con llamar por teléfono a la familia de Delibes, como bien se encargaron de airear los medios. Era imposible disimular la ausencia real, por más que se intentara a última hora con los más sentidos pésames.
Esos detalles, y no si lleva audífono o no, pueden dar más pistas sobre el cansancio real, por pérdida de discernimiento sobre qué es lo que importa.
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Totalmente de acuerdo. Alguien de la familia real debió haber ido al funeral por Delibes. Pero también quizá el presidente del Gobierno, criado en León pero nacido en Valladolid. Podría haber llegado un poco más tarde al mitin que tenía.
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