lunes, 30 de noviembre de 2009

Tu jefe+ tus ideas= su sueldo


Por Pilar Portero
Puede que a tu jefe estén felicitándole en este momento por ese proyecto que tu solito pariste y al que él añadió dos o tres sugerencias para poder creerse que en realidad sin esa guinda no habría quedado redondo. Puede, incluso, que estés en el paro y que, encima, no puedas enriquecer tu currículum con las ideas que otro se ha cosido al traje de Ermenegildo Zegna. Ah! se siente. Ya sabías antes de aceptar el empleo como funciona el sistema, ¿no? Claro que ni tan siquiera es eso lo que más te jode. Duele la puñalada cuando se supone que ya has sido convenientemente exprimido.

Por eso, la posibilidad de que Elena Salgado se atreviese de una vez a poner límites a las estratosféricas retribuciones de los directivos era una medida tan deseada entre los trabajadores cualificados, hoy abonados al Inem a su pesar. Sin embargo, el punching ball de Zapatero en materia económica se ha vuelto a quedar a las puertas, y eso que se nota que ella es la primera que está esperando tirarse a la yugular de quienes nos han puesto al pie de los caballos.

Me desinflé el viernes escuchando a Salgado en la rueda de prensa del Consejo de Ministros en la que se dibujó el publicitado plan de Economía Sostenible. En ese pre test que suele hacer Zapatero antes de comparecer como si fuese una estrella del rock -el miercoles 2 de diciembre-, la vice segunda tuvo que reconocer que amagar amaga, pero nada más. Las empresas cotizadas deberán someter la remuneración de sus directivos a voto en las juntas de accionistas sin incluirlo en los puntos del día para que no pase desapercibido.

Sus palabras sonaron vacías: "Se trata de que exista mayor transparencia en las remuneraciones del personal directivo". Esto es lo mismo que cuando se vota en el Congreso a puerta cerrada y de forma anónima, si los diputados pueden realizar actividades por las que ingresan, al margen del desempeño de sus funciones en la Cámara. Pocos votan NO, porque mañana cualquiera puede estar en su lugar. Puede que un grupo de pequeños accionistas, proteste. Pero al final, las empresas están en manos de un grupo que pacta de antemano y al que es imposible imponerse. Así que la suma seguirá dando idéntico resultado al del titular.

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