domingo, 6 de diciembre de 2009

El gorrino no tiene la culpa



Por Ana R. Cañil

"Jo, mamá y la crisis ¿también nos va a dejar sin pata estas navidades?". Es la pregunta de mi hijo Javier, un apasionado del jamón, del buen jamón, aunque verbalmente no distingue el ibérico del de bellota. Me interroga mientras hablo con Portero sobre este post.

Todo porque cunde la preocupación entre las amas de casa, esposas de altos ejecutivos, de periodistas económicos, de directivos de cuarto y medio pelo. Este año las cestas de Navidad de las grandes empresas también van a adelgazar por la crisis económica. Ni Endesa, ni Repsol, ni Telefónica, ni Unión Fenosa, ni Ebro...En fin, las clásicas durante décadas que regalaban a periodistas y clientes especiales, van a reducir el lote. Hay que hacer un gesto de ahorro. Sólo el Santander (no sabemos si BBVA) apuesta por su vino de hace años.

Queda la gran esperanza blanca, el Banco Popular, un clásico que se ha convertido en la incógnita. Su tradicional cesta -la de la pata que diría mi hijo- apañaba muchos hogares de antiguos privilegiados, ya fueran clientes o periodistas.

La cesta como afrenta
Si las cosas ya están tensas de por sí en muchas empresas con la amenazas de ERE aún pendiente, la cesta de Navidad se ha convertido en otro motivo de afrenta. Mientras el año pasado la mantuvieron el 63% de las empresas, este año únicamente el 50,07% se lo van a permitir. Naturalmente, a costa de lo más sabroso y estimado, los derivados del cerdo, de los gorrinos que dicen en el Valle del Lozoya.
Si la pata es una joya que hace tiempo ya que se cayó de las empresas que cotizaban en el Ibex 35, lo cierto es que este año también saldrán el salchichón, el chorizo y el lomo. Incluso hay empresas -periodísticas por ejemplo- que han decidido sustituir la manduca al completo por un detallito: unos libros producidos en la casa y que no han obtenido las ventas que se esperaba. Léase los grandes grupos mediáticos del papel.

Todo un síntoma para los maduros y viejos periodistas de la crisis bancaria de los 80, cuando casi un centenar de pequeños y medianos bancos se fueron al garete. Cuanto más grande era la cesta de Navidad que un banco enviaba a sus clientes o a los plumilla, más grande era su deuda.
El periodista José Antonio Martínez Soler -JAMS- nos dió un lección de intuición periodística y perspicacia a los becarios cuando vió la cesta de Navidad del Urquijo, ya a mediados los 80:
-"Chicos, al Urquijo -entonces la aristocracia de la banca- le quedan unas semanas para declararse en quiebra"
-" ¿Y eso cómo se sabe?"
-"Por que ha enviado la cesta navideña más escandalosa de todas". Por supuesto con pata de bellota incluida.
El escepticismo de los jóvenes sobre la intuición de Jams quedó enterrado para siempre cuando unas semanas después, efectivamente, el Urquijo se fue al garete. Y así, una entidad cada día.

Tomemos con ironía la crisis de las cestas. Si vuestras empresas han decidido ahorrar costes a base de vuestra Navidad, ya sabéis que lo hacen para alargar vuestra vida laboral.

Y para lo de la pata hay soluciones. Nuestra Rosa Ovejero sabe dónde encargar unas paletillas de muerte a un precio asequible. Y lo mismo para el lomo y el chorizo. Es más, mañana pasado, Portero nos ayudará a buscar otras soluciones oiginales para esto de la Navidad y la empresa. , Después de todo ¿qué culpa tienen el gorrino y nuestros niños?

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