Luis Díez emerge de "Las Cloacas de la Transición" con las manos manchadas, pero el corazón y la cabeza limpios, y Federico Castaño sobrevive más que bien a "El despilfarro" -o "la sangría de la España autónomica"-. No hay mal que por bien no venga. Ese topicazo me ha venido a la cabeza cuando he abierto los libros de ambos colegas, dos magníficos periodistas que las redacciones de este país se han perdido por eso de los nuevos tiempos, los ERE o las prejubilaciones. Llámese X a cualquiera de esas circunstancias basura, que nos permiten recuperar el trabajo de dos profesionales -y es obvio que amigos- en sendos libros que hoy salen a la venta de la mano de Espasa y la gran Lola Cruz.
Castaño se estrena con el despilfarro autonómico ¡y se le entiende todo! |
Díez regresa a las cañerías que tan bien conoció con su mejor estilo |
Desde el encuentro inicial entre Teófilo Lagunero y Carrillo en el Café de la Paix de París, preparando el mensaje para don Juan de Borbón, a un Narcís Serra que le ruega a Saénz de Santamaría que le enseñe la letra del himno de infantería, las confidencias de esas fuentes únicas que Díez siempre ha tenido -unas citadas con nombre y apellido, otras anónimas por exigencias obvias- el texto es una delicia que nos recuerda que cualquier tiempo pasado fue peor, como mantiene el autor.
DE LAS CLOACAS AL DESPILFARRO
Y si fuímos capaces de salir de esas cloacas, de sobrevivir a ellas, ¿cómo no vamos a ser capaces de prepararnos para lo que se nos avecina, según otro gran plumilla, Federico Castaño? Castaño ha aceptado el reto de navegar por ese -en principio- árido mundo de las autonomías, un edificio aquejado de aluminosis, generada a lo largo de los 33 años de desarrollo del Estado autonómico. Unas autonomías que ahora se enfrentan al reto de como hacer frente a "una patología que se exterioriza a través de un apetito voraz, una fiebre" que padecen las 17 comunidades, arrastradas por su "afán por absorber más y más competencias entro de una inercia de gasto desenfrenado".
Castaño mantiene que la inercia de estas tres décadas ha demostrado que los padres de la Constitución "se quedaron cortos en la definición de las competencias exclusivas del Estado", ahora fuente continúa de conflictos. La ambiguedad en la definición de esas competencias abre un "boquete por el que se ha colado una considerable madeja legislativa -alrededor de cinco mil normas- promovidas por los diferentes parlamentos autonómicos".
El autor se plantea un ¿adónde vamos" con este panorama, pero lo más importante es que lo hace con un método y un lenguaje asequible a todos los lectores, aderezado por los toques de esa excelente información con la que siempre ha contado, procedente de todos los partidos, dado el respeto del que Federico disfruta gracias a su probada solvencia ante todos los grupos parlamentarios. Y desvela informaciones, tesis y conversaciones entre lideres centrales y autónomicos, que convierten el texto en un excelente manual para moverse por ese mundo que nos resulta aparentemente farragoso y que Castaño desenreda, porque marcará el futuro de este país, antes y después del próximo 22 de mayo.
Dos delicias para esta Semana Santa, verano o todo el año. Bien hallados sean por los lectores lo que el periodismo diario se perdió.
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